100TIFICAS Amusia

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La música no solo es una forma de pasar el tiempo sino que despierta profundas emociones. Además, su poder terapéutico para aliviar los síntomas de la ansiedad, el estrés, la depresión y el insomnio han sido demostrado en diferentes estudios.
Sin embargo, hay personas para las cuales las notas de un piano o un violín suenan como si nuestra vecina de los altos estuviera tirando cacerolas y sartenes en el piso, justo encima de nuestra cabeza. Es lo que se conoce como amusia, una condición neurológica que afecta aproximadamente al 4% de la población mundial.
Las personas aquejadas de este problema escuchan la música pero no son capaces de comprenderla, seguirla y apreciarla. Es decir, no pueden distinguir una melodía de otra ya que no “procesan” la altura de las notas. Obviamente, no se debe confundir la amusia con las personas desentonadas ya que estas últimas no tienen un problema neurológico sino que simplemente no son capaces de seguir las notas por falta de práctica o porque no dominan la técnica.


Quienes padecen amusia no pueden darse cuenta cuándo desentonan y cuando no, así como tampoco distingue los errores musicales de los otros. Obviamente, existen diferentes grados de amusia, en los casos más extremos se llega a percibir la música como un sonido irritante y desagradable.

Algunos casos son adquiridos, normalmente como consecuencia de una conmoción cerebral o un accidente cerebrovascular pero otros son congénitos. Un estudio desarrollado en el Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos ha desvelado que aproximadamente entre el 70 y el 80% de los casos de amusia congénita se deben a variaciones en el ADN por lo que se trata de un problema que puede pasar de una generación a otra.


Normalmente la amusia pura es rara ya que suele aparecer junto a otros problemas neurológicos o cognitivos. Obviamente, como comprender y apreciar la música no se trata de una habilidad esencial para sobrevivir, en ocasiones el diagnóstico se realiza muy tarde.

Por supuesto, llega un punto en que se descubre el problema, sobre todo cuando se llega a la adolescencia y las personas comienzan su vida social. En ocasiones los padres son quienes se dan cuenta, otras veces son las propias personas o todo se desencadena a partir de una situación vergonzosa o risible, según el punto de vista con que se mire. Una anécdota muy curiosa del Che Guevara (que padecía de amusia) narra que este en una ocasión comenzó a bailar un tango apasionado mientras los demás a su alrededor bailaban a ritmo de samba. 
 

Los estudios neurológicos han desvelado que las personas con amusia presentan irregularidades en el hemisferio derecho pero más allá de la corteza auditiva primaria del hemisferio derecho. Esto explicaría por qué estas personas no comprenden adecuadamente las señales que le llegan desde el exterior. Se trataría de un defecto anatomo-funcional. En práctica, el cerebro de las personas con amusia no advierte los cambios de tonos y actúa con demasiada “violencia” ante los grandes cambios de tono.

Afortunadamente, los síntomas de la amusia se pueden aliviar, al menos en los niños. Sin embargo, en los adultos la práctica no parece tener ningún efecto positivo, posiblemente porque la plasticidad neuronal ha disminuido.

Artículo de Jennifer Delgado Suárez.
 



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